Todos somos conscientes de la importancia y del poder que tiene la imagen de las grandes marcas. Cómo han ido instaurándose, a lo largo de los años, en el inconsciente colectivo. Pensemos en Nestlé, Coca-Cola, Nike, Apple, Chanel… Forman parte ya de nuestra cultura, del modo en el que vemos nuestra sociedad. Todos conocemos a personas para las que la marca es casi más importante que el producto. ¿Quién compraría, si no, falsificaciones sabiendo que lo son?
En nuestros días, una identidad institucional bien definida ya no es patrimonio de las grandes corporaciones. Por el contrario, muchos emprendedores han comenzado a invertir en la construcción de una identidad sólida y bien definida que les permitirá afianzarse y crecer. Muchas pymes se plantean desarrollan una política de “branding” que incremente el impacto de su comunicación, reduciendo costes de publicidad. Y que haga que la calidad de su marca sea percibida de forma inmediata.
Definamos someramente los conceptos:
La identidad corporativa es la “representación mental estable que se ha generado a través de la coherencia de todos los mensajes emitidos por una organización” en el público. Comprende desde la imagen gráfica corporativa, la arquitectura, el diseño interior, el diseño de producto, la publicidad, pero también cómo es su servicio, el tipo de atención que prestan sus empleados, cómo contestan los telefonistas… En definitiva, es todo lo que “recibimos” de una empresa.
Pero volvamos a las pymes y partamos de la idea de que tenemos ya un buen producto o servicio, la gestión y organización adecuada. ¿Nuestros clientes son conscientes de todo ello? ¿Se lo hemos transmitido de alguna manera?, ¿saben quiénes y cómo somos?, ¿tienen una “representación mental” de lo que es nuestra empresa?
La mejor manera de comenzar cualquier proyecto empresarial o de reconducirlo es a través de la creación de la imagen corporativa, la expresión gráfica de lo que ES nuestra empresa: nuestra personalidad, nuestros valores, nuestra misión. Porque cada empresa es diferente y única.
El nombre de la organización la identifica mediante la palabra. La Imagen corporativa lo hace visualmente. Tener una identidad y saber comunicarla te distingue de la competencia.
La base sobre la que se se articula y se estructura la I.C. es el logotipo (Del gr. λόγος, palabra en el sentido de “concepto que encierra la palabra, indivisible de ella” y tipo). Es el nombre compuesto de una determinada forma con una determinada tipografía y en un color/es definidos. A veces la I.C. se crea a través de un símbolo o imagotipo. En el caso de La Caixa el logotipo sería:
Y el símbolo:
Logo y símbolo (si lo hubiera) sintetizan todo lo que define a la empresa, producto o servicio. Al significar la empresa, se convierte, como ésta, en un ente único y diferente. Los valores que debe tener son:
– Transmitir claramente los valores de la marca
– Ser único, relevante, identificable, estable y fácil de recordar
– Debe ser apto para reproducirse fielmente en cualquier medio
Con el logotipo claramente definido se articula la imagen visual. Su aplicación reglada en todos los soportes que la empresa necesite (producto, papelería, rotulación, vehículos, uniformes, web, comunicaciones, publicidad…), siguiendo unas normas predefinidas, para crear ese “imaginario” del que hablábamos al empezar, en la mente del consumidor. Repetimos una imagen y lo hacemos siguiendo siempre unas pautas para que el público pueda reconocernos y recordarnos, a la vez que transmitimos coherencia y estabilidad.
Es vital a la hora de crear e implantar una Imagen Corporativa que recurramos a una empresa de diseño. Hemos visto que la imagen es un factor absolutamente clave para la competitividad de nuestra compañía. Por ello debemos llevarlo a cabo junto con un equipo que por sus conocimientos, preparación, experiencia y pericia técnica nos aporte la mejor solución. No se trata de hacer algo “bonito”, o “llamativo” sino de comunicar. Y de comunicar siguiendo una estrategia empresarial definida, que en definitiva, lo que consiga sea aumentar nuestras ventas.